Sunday, January 28, 2007

"ANNABEL LEE"

Cuando yo era un adolescente de juegos y juergas despreocupadas, en aquellos maravillosos días en los que conocía bien el Alcohol y apenas a su hija bastarda la Resaca, escuché por primera vez algunas canciones de “Radio Futura”. Y, entre ellas, hubo una que me fascinó especialmente, cuyo vídeoclip también pude ver en algún programa tipo “Aplauso” o “Tocata”. No tenía la fuerza de otros temas, como Escuela de calor o 37 grados, pero sí una cadencia y un misterio que le sugerían una especie de carácter hipnótico. De aquel vídeoclip sólo recuerdo a una hermosa joven vagando entre los árboles, a los pies de un acantilado gris, cerca de la orilla de un mar turbulento, con un etéreo traje de novia inmaculado que le daba una bella y siniestra apariencia fantasmal. En realidad, era un fantasma, era Annabel Lee, y era la protagonista de uno de los mejores poemas de Edgar Allan Poe..., pero eso sólo lo supe mucho más tarde.

Fue casi una década después, cuando me documentaba para mi tesis en la biblioteca de la Universidad de Huelva y leía un libro sobre modernismo. Cuál fue mi sorpresa cuando el autor, al buscar las raíces de uno de los tópicos del modernismo, el de la “amada muerta”, citó a Poe y un fragmento de su poema “Annabel Lee”. Por un lado, experimenté una agradable sensación de alegría y sorpresa y, por otro, de vergüenza por no haberlo intuido ni averiguado durante tanto tiempo. “Radio Futura” son buenos, pero claro, Poe lo es un “poco” más. En ese momento entendí el por qué de mi fascinación por aquella historia de amor y de fantasmas. Tanto antes de conocer el origen de Annabel Lee como después, siempre ha habido un pequeño hueco en mis pensamientos más escondidos para aquella novia muerta que se paseaba con su traje blanco flotando por encima de las rocas de un acantilado gris...

“Annabel Lee”, by Edgar Allan Poe (1849)

It was many and many a year ago,
In a kingdom by the sea,
That a maiden there lived whom you may know
By the name of Annabel Lee;
And this maiden she lived with no other thought
Than to love and be loved by me.

I was a child and she was a child,
In this kingdom by the sea;
But we loved with a love that was more than love-
I and my Annabel Lee;
With a love that the winged seraphs of heaven
Coveted her and me.

And this was the reason that, long ago,
In this kingdom by the sea,
A wind blew out of a cloud, chilling
My beautiful Annabel Lee;
So that her highborn kinsman came
And bore her away from me,
To shut her up in a sepulchre
In this kingdom by the sea.

The angels, not half so happy in heaven,
Went envying her and me-
Yes!- that was the reason (as all men know,
In this kingdom by the sea)
That the wind came out of the cloud by night,
Chilling and killing my Annabel Lee.

But our love it was stronger by far than the love
Of those who were older than we-
Of many far wiser than we-
And neither the angels in heaven above,
Nor the demons down under the sea,
Can ever dissever my soul from the soul
Of the beautiful Annabel Lee.

For the moon never beams without bringing me dreams
Of the beautiful Annabel Lee;
And the stars never rise but I feel the bright eyes
Of the beautiful Annabel Lee;
And so, all the night-tide, I lie down by the side
Of my darling- my darling- my life and my bride,
In the sepulchre there by the sea,
In her tomb by the sounding sea.


“Annabel Lee”, por “Radio Futura” (1987)

Hace muchos, muchos años en un reino junto al mar
habitó una señorita cuyo nombre era Annabel Lee
y crecía aquella flor sin pensar en nada más
que en amar y ser amada, ser amada por mí.

Éramos sólo dos niños mas tan grande nuestro amor
que los ángeles del cielo nos cogieron envidia
pues no eran tan felices, ni siquiera la mitad
como todo el mundo sabe, en aquel reino junto al mar.

Por eso un viento partió de una oscura nube aquella noche
para helar el corazón de la hermosa Annabel lee
luego vino a llevársela su noble parentela
para enterrarla en un sepulcro en aquel reino junto al mar.

No luce la luna sin traérmela en sueños
ni brilla una estrella sin que vea sus ojos
y así paso la noche acostado con ella
mi querida hermosa, mi vida, mi esposa.

Nuestro amor era más fuerte que el amor de los mayores
que saben más como dicen de las cosas de la vida
ni los ángeles del cielo ni los demonios del mar
separaran jamás mi alma del alma de Annabel Lee.

No luce la luna sin traérmela en sueños
ni brilla una estrella sin que vea sus ojos
y así paso la noche acostado con ella
mi querida hermosa, mi vida, mi esposa.

En aquel sepulcro junto al mar
en su tumba junto al mar ruidoso.
Hace muchos, muchos años en un reino junto al mar
habitó una señorita cuyo nombre era Annabel Lee
y crecía aquella flor sin pensar en nada más
que en amar y ser amada, ser amada por mí.

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